1ª Corintios 6:11

1ª Corintios 6:11 “Y esto erais algunos, pero ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios”.
 
Pablo les recordó a los creyentes de Corinto que todos aquellos que son pecadores y viven practicando el pecado como los idólatras, los adúlteros, ladrones o borrachos… tras la muerte no heredarán el reino de Dios. El apóstol también aprovechó la oportunidad para recordarle a los lectores de su carta que muchos de ellos antes de conocer a Cristo se encontraban en la misma condición. Todos antes de ser transformados por el poder del evangelio practicaban cada una de estas acciones ante la atenta mirada de Dios sin ningún tipo de remordimiento.
 
Jamás debemos olvidar que esto éramos, pero ahora que estamos en Cristo somos nuevas criaturas, las cosas viejas pasaron y todas son hechas nuevas. Ahora gracias a la obra de amor que realizó Cristo en la cruz del calvario hemos sido perdonados, aceptados y justificados. Todos los méritos de Cristo han sido puestos a nuestra cuenta, el Dios Padre nos ve completamente justos, santos e inocentes porque nos observa a través del hijo. En nuestro corazón no debería de haber ninguna carga, remordimiento o condenación porque ahora somos hijos de Dios. Pablo nos recuerda que ya hemos sido lavados, santificados y justificados en el nombre de Jesucristo y por medio del Espíritu Santo.
 
Es muy importante recordar que tenemos una nueva posición y una nueva identidad, no por las obras que nosotros hemos realizado sino por todo aquello que Cristo hizo. El texto muestra claramente que fue alguien externo el que nos lavó, nos santificó y nos justificó. Jamás olvidemos que lo que somos y todo lo que tenemos lo hemos recibido por pura gracia de Dios. Que grandísimo privilegio saber que todo nuestro pecado ha sido completamente borrado por medio de la sangre de Jesucristo la cual limpia todos nuestros pecados. Nuestro pasado no marca nuestro presente ni condiciona nuestro futuro. Cuando nuestros pensamientos o el diablo se presenten para recordarnos las cosas tan terribles que hemos realizado debemos saber que todo eso éramos, pero ahora ya no somos pecadores, ahora somos hijos de Dios.