Hijitos, guardaos de los ídolos. 1ª Juan 5:21
El apóstol Juan concluye su primera carta realizando un llamado y una exhortación a los creyentes del primer siglo y a nosotros en el s. XXI. Juan sabía muy bien que el sistema del mundo se encuentra bajo el dominio y la influencia del diablo y que él constantemente trata de tentar a la humanidad para que le demos la espalda a nuestro creador.
El hombre y la mujer fueron creados para ADORAR, nuestro corazón constantemente necesita estar adorando, absolutamente TODO el mundo tiene a alguien o a algo a lo que adorar. Un ídolo precisamente es aquello que ocupa el centro de nuestro corazón. Los ídolos al principio te prometen mucho y al final te lo quitan todo.
Los ídolos de este mundo se presentan ofreciéndote «alegría, paz y libertad» pero por el contrario luego siempre terminan trayendo «tristeza, depresión y esclavitud». Como dijo Juan Calvino «Nuestro corazón es una fábrica de ídolos»; por este motivo tenemos que estar constantemente acudiendo a la palabra y a la presencia de Dios para destronar a todo ídolo que trate de alejar a Cristo de nuestras vidas.
Un ídolo puede ser cosas malas como por ejemplo «las drogas, el poder, el sexo, la fama…» pero también cosas buenas cómo «la familia, el cuerpo, el trabajo, el deporte, el dinero…» Un ídolo es cualquier cosa que pase a ser nuestro dios y señor. Como todos vivíamos prisioneros de los ídolos de este mundo Cristo vino para ofrecerle libertad a nuestra alma. Recuerda que sobre toda cosa guardada tienes que guardar tu corazón porque de él mana la vida.