1º Reyes 3:5

1º Reyes 3:5 “Una noche, en Gabaón, el Señor se le apareció en sueños a Salomón y le dijo: Pide lo que quieras que yo te dé”.

Imagínate por un momento que el Señor a través de un sueño o durante tu tiempo de oración te dijera: “pídeme lo que quieras”. ¿Has pensado alguna vez cual sería tu respuesta? Salomón al contemplar su juventud, su inexperiencia y la enorme responsabilidad que tenía como rey, pidió sabiduría para gobernar conforme a la voluntad del Señor. Esta petición agradó tanto al Señor que no solo le concedió sabiduría, sino que además lo bendijo con una gran prosperidad.

Es importante saber bien qué pedimos, para quién pedimos y con qué motivación pedimos. La oración es el medio con el que nos comunicamos y relacionamos con Dios. Sé que esto ya lo sabes, pero quiero que medites unos segundos en el privilegio tan grande que tienes de poder HABLAR diariamente con Dios, con el Dios eterno y todo poderoso, con el único ser en el mundo que te puede decir: “pídeme lo que quieras”.

Analiza bien tu corazón, tus deseos y tus motivaciones para que cada una de tus oraciones apunten hacia el blanco de los propósitos de Dios. El Señor extiende su mano y abre el grifo de sus bendiciones cuando ve que un hombre y una mujer oran y piden algo conforme a su voluntad. Las oraciones eficaces son aquellas que buscan extender el Reino de Dios, hacer la voluntad de Dios aquí en la tierra y glorificar el santo nombre de Jesucristo. Recuerda cada día que a través de la oración estás delante de aquel que te puede dar todo lo que pidas, así que medita muy bien que es lo que vas a pedir y descansa siempre en su perfecta soberanía.