2ª Corintios 10:4

2ª Corintios 10:4 “Las armas con las que luchamos no son las de este mundo, sino poderosas de parte de Dios para la destrucción de fortalezas”.
 
El apóstol Pablo era muy consciente de la batalla espiritual que libramos todos aquellos que somos verdaderos hijos de Dios. Él mismo había tenido que enfrentar muchos ataques del diablo a lo largo de su ministerio. Pablo conocía bien las estrategias que usa nuestro enemigo para tratar de introducir mentiras y malos pensamientos en nuestra mente, pero él también conocía cuales son las diferentes armas que el Señor nos ha dejado para resistir y vencer.
 
Aunque nuestra vida la vivimos en medio de un mundo físico, jamás debemos olvidar que también nos encontramos en medio de un mundo espiritual, el cual es gobernado por satanás y todo su ejército. La batalla que tenemos no se puede librar con armas físicas o con medios humanos. El Señor nos ha dejado armas espirituales y muy poderosas como la oración, el ayuno, las Escrituras y especialmente a la persona del Espíritu Santo que mora en nuestro interior. El poder de Dios obra de manera eficaz para derrotar los engaños que el diablo lanza a nuestras mentes a través de filosofías mundanas.
 
Desde el principio de los tiempos los seres humanos tenemos una batalla entre la verdad de Dios y la mentira de satanás. Necesitamos echar mano de las armas espirituales que tenemos para llevar todo pensamiento cautivo a la obediencia de Jesucristo. No es hora de estar con el pijama perdiendo el tiempo en el sofá, necesitamos levantarnos en el nombre del Señor para ocupar nuestro lugar en la batalla.