2ª Corintios 8:2 “En medio de grandes pruebas, se han mantenido con mucha alegría y, a pesar de su extrema pobreza, abundó la riqueza de su bondad”.
Muchas de las iglesias en el primer siglo experimentaron sufrimiento y persecución por predicar el evangelio y mantenerse fieles a Cristo. Los creyentes eran expulsados de sus lugares de trabajos y muchos se veían obligados a huir de sus hogares y ciudades. Todo esto hizo que un buen grupo de cristianos y de iglesias atravesaran un tiempo de gran pobreza. Lo interesante es que a pesar de toda esta situación, Pablo agradece y reconoce la generosidad que muchos cristianos tuvieron apoyando con sus ofrendas para que la obra de Dios continuará extendiéndose por el mundo.
Las misiones y el Reino de Dios deberían ocupar un lugar muy importante en nuestros corazones. Todas las iglesias tenemos que ser generosas con aquellos ministerios y misioneros que están entregando sus vidas para predicar el evangelio en los lugares más difíciles del mundo. Debemos aprender e imitar la actitud que tuvieron los cristianos del primer siglo, los cuales a pesar de las pruebas y pobreza estaban dispuestos a entregar todo lo que podían para bendecir a otros.
No dejes que tu corazón se enrede con las cosas superficiales y pasajeras de este mundo, trata de huir del terreno del egoísmo y vive con la mano abierta ofrendando con sacrificio y generosidad. Seamos generosos con nuestras iglesias locales, con ministerios que estén trabajando con fidelidad y con los misioneros que predican la palabra en lugares muy complicados. Saber que el Dios Padre ofrendó la vida de su amado Hijo unigénito para salvar nuestras almas debería animarnos e impulsarnos a ofrendar nuestro tiempo y nuestros recursos por el evangelio.