2º Reyes 12:6 “Pero en el año veintitrés del rey Joás aún no habían reparado los sacerdotes las grietas del templo”.
Tanto el pueblo como los religiosos de Israel se habían acostumbrado a tener el templo con grietas, dañado y completamente descuidado. Las semanas, los meses e incluso los años pasaron, pero nadie decidía reparar las grietas. Las personas usaban su dinero, sus energías y su tiempo para sus proyectos personales, y mientras tanto el templo de Dios en la tierra estaba completamente abandonado.
En muchas ocasiones podemos caer en el error de dejar las cosas sin terminar o sin ordenar, nos acostumbramos a vivir entre escombros o con grietas. Esto mismo fue lo que le sucedió al pueblo de Israel cuando Nehemías quiso edificar las murallas derrumbadas de la ciudad. Debemos hacer todo lo posible por cuidar, mantener y edificar la iglesia de Dios aquí en la tierra. Es importante que nuestro tiempo, dinero y recursos no giren solo alrededor de nuestros pequeños e insignificantes reinos. Debemos trabajar y desgastar nuestras vidas edificando la iglesia del Señor Jesús.
De la misma manera, y aún más importante, es mirar cómo se encuentra el estado espiritual del templo de nuestro corazón. Jamás debemos olvidar que en nuestro interior habita la bendita y maravillosa persona del Espíritu Santo. Cuidemos las grietas y todo aquello que daña nuestro templo, ponte manos a la obra y como bien dijo Nehemías “levantémonos y edifiquemos”.