Efesios 4:2 “Procurad mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz”.
Pablo animó y exhortó a los creyentes a vivir de una manera digna del llamamiento que tenían como cuerpo de Cristo. Para poder conseguir esto primero tenían que despojarse de los pecados y vestirse con el carácter y los atributos de Cristo. A través de nuestra conducta y sobre todo a través de la manera cómo nos relacionamos unos con otros podemos mostrar si el evangelio realmente ha transformado nuestro corazón. Precisamente con el propósito de hacer brillar el evangelio y santificar nuestras vidas Dios nos introduce en la comunidad de su iglesia.
Es en la iglesia donde podemos analizar cómo se encuentra nuestra vida espiritual, cuánto somos controlados por el Espíritu Santo, cuánto amor de Dios tenemos en nuestro interior y cómo llevamos el proceso de santificación. Probablemente una de las cosas más complicadas e incluso a veces hasta imposible de conseguir es tratar de mantener la unidad con personas con las que no tenemos afinidad, piensan diferente a nosotros o con las que quizás hayamos tenido algún conflicto.
Los cristianos estamos llamados a mantener la unidad y a mantenerla con el vínculo de la paz. Esta fue la oración que Jesús le realizó al Padre, que seamos uno y que nos amemos de verdad. Debemos estar unidos no solo con los hermanos de nuestra iglesia sino con todos nuestros hermanos en el Señor que pertenecen a otra denominación. Que triste ver que en muchas ocasiones solo tenemos unidad con aquellos que abrazan las mismas doctrinas. No debemos olvidar que todos aquellos cristianos que crean en las doctrinas fundamentales del evangelio son nuestros hermanos y con ellos tenemos que tener unidad.