Éxodo 10:20

Pero Jehová endureció el corazón de Faraón y éste no dejó ir a los hijos de Israel. Éxodo 10:20

Durante la intensa y larga negociación entre Faraón y Moisés esta es la expresión que más se repite. Tras estas palabras hay varias y grandes verdades teológicas. El ser humano tras su pecado y rebeldía en el huerto del Edén experimentó la terrible consecuencia del endurecimiento del corazón. Somos insensibles a las cosas de Dios, estamos ciegos espiritualmente, NO queremos, y a la vez NO podemos acudir hasta Dios, NO oímos su voz y No queremos obedecer su palabra. Nuestro corazón se encuentra completamente depravado por el pecado.

En medio de esta situación tan terrible Dios dejó al necio de Faraón, el Señor permitió que este hombre se quedara en ese terreno no teniendo misericordia de Él ya que como dice la palabra: “Dios tiene misericordia del que quiere tener misericordia”. No podemos olvidar jamás que para el Eterno y el Todopoderoso no existe ningún corazón duro que Él no pueda transformar por medio de su Gracia Irresistible. Dios es el que cambia los corazones o el que los deja en su condición de endurecimiento.

Saber todo esto es una maravillosa noticia, ya que en primer lugar debemos entender que HAY ESPERANZA para el corazón endurecido de tu familiar o amigo. El Señor en un instante puede vencer toda resistencia y conquistar a cualquier persona por medio de su Amor, y si no te lo crees recuerda lo que hizo en el camino de Damasco con el malvado Saulo de Tarso.

Si te consideras un verdadero Hijo de Dios quiero invitarte a recordar como era tu corazón antes de conocer al Señor. Dale gracias a tu Padre Celestial por la tremenda misericordia que ha tenido contigo, por quitar el corazón de piedra y poner uno de carne, por arrancar las vendas que te impedían ver la belleza de Cristo por permitirte oír su dulce voz a través de la Biblia y por venir a morar a tu nuevo corazón por medio de la maravillosa persona del Espíritu Santo.