Éxodo 12:23

Porque Jehová pasará hiriendo a los egipcios; y cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará Jehová aquella puerta, y no dejará entrar al heridor en vuestras casas para herir. Éxodo 12:23

La última plaga y azote que Dios envío a Faraón y a todos los egipcios fue la más trágica y terrible. La muerte visitó a todos y a cada uno de los primogénitos que se encontraban en Egipto. La presencia de Dios mismo pasaría por cada uno de los hogares para llevarse el alma y dejar los cuerpos sin vida. Como puedes ver Dios NO ES un osito de peluche, ni tampoco un tierno ancianito con barbas blancas y caramelos. Dios es Amor, pero también es fuego consumidor, cada día derrama su misericordia, pero en momentos puntuales también derrama el fuego Santo de su Ira.

A lo largo de la historia de la humanidad Dios ha ido juzgando y castigado a las naciones y a las personas que viven y se recrean en su pecado. Dios ha enviado plagas, terremotos, enfermedades e incluso diferentes pandemias para que el mundo sepa que hay un juez justo que castiga y aborrece el pecado. Lo hizo con la generación de Noé, con los Egipcios, con las ciudades de Sodoma y Gomorra, con nuestra sociedad por medio del COVID-19 y finalmente lo hará con el resto del mundo dentro de muy poco.

La única solución es la misma que vemos en este versículo. Solo se salvarán todos aquellos que cuenten con la sangre del cordero inocente que quita el pecado del mundo “Jesucristo”. Eso sí, la sangre no debe ser puesta sobre los dinteles de nuestras puertas sino más bien sobre nuestros corazones. Todos aquellos que hemos sido limpiados por medio de la hermosa sangre de Jesús tenemos paz para con Dios. Si no cuentas con esta seguridad, en estos momentos puedes acudir a Cristo y pedirle que te cubra con su sangre, si ya lo hiciste hace tiempo, vive completamente seguro y confiado teniendo la certeza que viviremos eternamente.