Filemón 1:10-12 “Te ruego por mi hijo Onésimo, a quien engendré en mis prisiones, el cual en otro tiempo te fue inútil, pero ahora a ti y a mi nos es útil, el cual vuelvo a enviarte; tú, pues, recíbele como a mí mismo”.
En esta breve carta del Apóstol Pablo podemos encontrar una historia impresionante de amor, perdón y reconciliación. Filemón uno de los lideres de la iglesia en Colosas sufrió la huida y el robo de uno de los esclavos que trabajaban en su casa. Pero Dios en su gracia y en su misteriosa providencia hizo posible que Onésimo conociera a Pablo el cual le predicó el evangelio y en muy poco tiempo su vida fue transformada de manera radical.
Lo realmente increíble de esta esta historia es que Dios transformó el corazón de Onésimo para regresar y pedir perdón y también el corazón de Filemón para perdonar y recibir al esclavo ahora como a un hermano. ¿Te imaginas tener que recibir y abrazar a una persona que te hizo mucho daño? El verdadero perdón y la restauración es una obra sobrenatural que solo Dios puede realizar en el interior de nuestros corazones.
Todos a lo largo de nuestras vidas hemos tenido que perdonar a otros como lo hizo Filemón, pero no debemos de olvidar que todos nosotros también hemos actuado como Onésimo ya que en algún momento hemos dañado a personas a través de nuestras palabras o acciones. La Biblia muestra claramente que todos somos como Onésimo porque todos hemos pecado y dañado a la persona de Jesús. Pero a pesar de haberle crucificado Cristo estuvo dispuesto a perdonarnos, reconciliarse con nosotros y recibirnos para siempre como a sus hermanos. Solo cuando entendemos y experimentamos el mensaje del evangelio podremos vencer a nuestro orgullo y ser libres para pedir perdón y para perdonar.