“Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de Jehová, y mi oración llegó hasta ti en tu santo templo” Jonás 2:7
Desde lo más profundo del vientre de un terrible pez Jonás clamó al Señor con toda su alma y el Señor en su gracia lo escuchó. El profeta pensó que había llegado su hora, que su vida se acabaría y que ese lugar se convertiría en su sepulcro, pero Dios tuvo misericordia y lo libró.
A lo largo de nuestras vidas pasamos por momentos realmente difíciles donde sentimos literalmente que estamos dentro del vientre de un gran pez. Nuestras almas con mucha facilidad caen prisioneras en los pozos de la desesperación, del temor y de la ansiedad. No somos tan fuertes y poderosos como a veces nos creemos, por el contrario, somos más débiles y vulnerables de lo que nos imaginamos. Con mucha facilidad nuestra mente y corazón quedan prisioneros de pensamientos y sentimientos que nos paralizan y nos hacen mucho daño.
Cuando estemos en ese terreno debemos clamar con todas nuestras fuerzas como lo hizo Jonás. CONFÍA y ESPERA pacientemente al Dios de tu salvación. Aquel que te amó con un amor eterno no te dejará por siempre en el sepulcro de la soledad, incluso cuando la muerte te robe el aliento y tu cuerpo físico lo entierren bajo tierra el Señor te levantará para que vivas por toda la eternidad.