“Pero cuando los hijos de Israel fueron lo suficientemente fuertes, hicieron tributario al cananeo, más no lo arrojaron” Josué 17:13
Dios había ordenado al pueblo de Israel que debían destruir por completo a los cananeos, sin embargo, los israelitas no obedecieron. Ellos se sintieron fuertes y poderosos, más bien lo que hicieron fue someterlos a través de trabajos forzosos como sus esclavos. Estas naciones eran paganas y representaban la inmoralidad y el pecado. Años más tarde la desobediencia de Israel trajo sus consecuencias.
En ocasiones a cada uno de nosotros puede sucedernos lo mismo. Pensamos que controlamos y que tenemos dominados ciertos pecados y en vez de ser radicales para cortarlos de raíz y destruirlos los dejamos a un lado porque creemos que no nos dañarán y que nosotros tenemos el control. Pero debemos recordar que “si no matamos al pecado el pecado nos matará a nosotros”.
No debemos de compadecernos jamás con los pecados, vicios e ídolos que destruyen nuestra relación con Dios y acaban con nuestra vida espiritual. Es hora de levantarnos con determinación contra el pecado y contra todo aquello que impide nuestro crecimiento. Coge tu lanza y atraviesa al pecado que te aleja y te roba la presencia de Dios.