Juan 12:3 “Entonces María tomó una libra de perfume muy caro de nardo puro, y ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. El aroma del perfume llenó toda la casa”.
María estaba muy agradecida con Jesús por haber resucitado a su hermano Lázaro, por ese motivo en el momento que tuvo la oportunidad no le importo derramar el perfume más costoso que tenía. Tras esta acción, María no buscaba perfumar el cuerpo físico de Jesús, sino más bien derramar su corazón a los pies del Maestro. Lamentablemente fue juzgada y criticada por varias personas que se encontraban en la casa, pero el Señor no solo la defendió, sino que además exaltó esta acción porque él sabía que la única intención que tenía María era expresar su pasión y agradecimiento.
Todos aquellos que creemos en Dios hemos sido resucitados espiritualmente porque, como dice la Escritura, antes estábamos muertos en nuestros delitos y pecados. Un hermoso día, Jesús al igual que hizo con Lázaro, vino a buscarnos y a regalarnos vida espiritual. Nosotros hemos sido rescatados del infierno y salvados por gracia, solo cuando entendemos y meditamos en esta gloriosa verdad podemos derramar el perfume de nuestra vida a los pies de Cristo.
La persona que ama a alguien con todo su corazón no tiene límites porque el verdadero amor lo único que desea es entregar todo. Al igual que María, nosotros deberíamos entregar todo cuanto tenemos al Señor. Lo más valioso que tengas derrámalo a los pies de aquel que se abrazó a una cruz para darte vida eterna. Esta maravillosa escena nos muestra el verdadero significado de la adoración. Te animo a que puedas vivir cada día entregando el perfume más valioso que tengas a tu amado Señor y Salvador.