Juan 13:4

Juan 13:4 “Se levantó de la cena, se quitó su manto y tomando una toalla se la ciñó a la cintura”.
 
Jesús sabía perfectamente todo lo que estaba a punto de sucederle hasta el momento de morir en la cruz. Aquella noche sería traicionado, abandonado, arrestado, juzgado y torturado, pero a pesar de todo esto él decidió amar y servir a sus discípulos hasta el final. De repente, en medio de la cena, el maestro hizo algo realmente impactante: se quitó su manto y cogió una toalla para lavar los pies de cada uno de sus discípulos. A través de esta maravillosa acción Jesús estaba resumiendo tres años de ministerio, ya que como dijo en varias ocasiones, él no vino para ser servido sino para servir.
 
Jesús tenía muy clara su identidad como hijo de Dios. Por ese motivo pudo cambiar el manto por la toalla. Nosotros muchas veces, conquistados por el orgullo, no somos capaces de servir a los demás. Por ese motivo necesitamos estar muy llenos del Señor para vivir con la misma actitud y humildad que Jesús.
Además, esa noche todos iban a abandonar al maestro, pero aun así él estuvo dispuesto a servir, amar y perdonar. Nosotros tenemos que saber que las personas también nos fallarán y dañarán, pero debemos actuar como lo hizo Jesús.
 
Aquellos que somos discípulos de Jesús debemos coger la toalla para servir y amar a nuestro prójimo cada día. El Señor realizó ese ejemplo para que todos los cristianos lo imitemos y seamos realmente felices entregando nuestras vidas. Es en el terreno del servicio donde podemos ser libres del egoísmo que conquista nuestros corazones. Esta es la dinámica del Dios trino y precisamente esta es la vida abundante que puede fluir de nuestro interior si estamos unidos a Jesucristo.