Juan 18:27 “Pedro negó otra vez, y en aquel momento un gallo cantó”.
En el momento que se presentó la persecución contra el maestro los corazones de todos los discípulos se llenaron de temor. Jesús advirtió a su grupo que cuando esto sucediera todos le abandonarían, pero Pedro afirmó que él jamás dejaría al Señor. Precisamente Pedro cuando fue presionado por varias personas que le preguntaron si era uno de los discípulos de Jesús de Nazaret lo negó públicamente y en varias ocasiones. En ese instante el gallo cantó, Pedro recordó las palabras del maestro y la Biblia nos dice que aquella noche lloró amargamente al pensar todo lo que había sucedido.
Sin lugar a dudas Pedro amaba con sinceridad al Señor, pero en estos momentos de su vida no tuvo la fe y el coraje que necesitaba para mantenerse firme en medio de la dificultad. Semanas más tarde cuando los discípulos fueron llenos del Espíritu Santo vemos al apóstol Pedro predicando el evangelio, sin temor a los hombres y dispuesto a sufrir e incluso a morir por su fe en Jesucristo. Creo que todos podemos vernos muy identificados con Pedro, aquellos que somos verdaderos hijos de Dios amamos a Jesús, pero en muchos momentos de nuestra vida el temor al hombre conquista nuestro corazón y en ocasiones cerramos nuestros labios o incluso nos avergonzamos del Señor.
Todos hemos negado a Jesús en nuestros patios, todos en alguna ocasión hemos sentido la tristeza profunda en el corazón por no haber tenido la valentía de hablar del Señor. Lo único que podemos hacer para no avergonzarnos de Jesús y estar dispuestos a sufrir por el evangelio es llenarnos cada día del Espíritu Santo. Si no contamos con el poder del Espíritu Santo negaremos al Señor constantemente. Para ser libres del temor a los hombres necesitamos crecer en el temor de Dios.