Juan 4:28 “Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad y dijo a los hombres”.
A través de los tres verbos que aparecen en este versículo podemos ver cuál es el resultado que produce un verdadero encuentro con Cristo. En este capítulo se nos cuenta la increíble conversación que tuvo Jesús con la samaritana. Esta mujer probablemente tenía su interior completamente dañado por todas las situaciones que había atravesado a lo largo de su vida. Pero cuando el Espíritu Santo le reveló que se encontraba delante del Mesías, su corazón fue restaurado y transformado.
El texto nos dice que del gozo que tenía en su interior, regresó a su casa sin el cántaro. Cuando conocemos realmente a Jesús somos libres de nuestros ídolos y de todas las cadenas espirituales que ataban nuestras almas. Necesitamos llenarnos del agua de vida que ofrece Cristo para que dejemos nuestros cántaros junto a los pozos de este mundo. Nadie le dijo lo que tenía que hacer, pero su primer pensamiento fue ir a la ciudad para compartir su experiencia con otros. Jesús nos dijo a través de la gran comisión que teníamos que ir a las personas de este mundo, y esto solo lo podremos hacer si realmente estamos agradecidos y enamorados de Jesús.
Cuando ella llegó a la ciudad se dedicó a compartir todo lo que había escuchado y experimentado. Nosotros tenemos un mensaje poderoso que sana, restaura y transforma vidas. Debemos anunciar el evangelio a las personas que están en las ciudades, en los pueblos y en todos los lugares de este mundo. Deseo que al igual que esta mujer podamos tener cada día encuentros íntimos con Jesús para que seamos impulsados por su gracia, dejemos nuestros cántaros, vayamos a la ciudad y hablemos de Cristo a todos los que necesitan el evangelio.