Lucas 3:52

Lucas 3:52 “El Espíritu Santo descendió sobre él en forma corporal, como paloma. Y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado. En ti me complazco”.

Este acontecimiento sucedió en el momento que Jesús entró en las aguas del Jordán para ser bautizado por su primo Juan el Bautista. De entre toda la multitud de pecadores que se encontraban en la orilla, de repente, apareció uno que es completamente justo, santo e inocente. Jesús era el único en aquel lugar que no debía bautizarse, pero él lo hizo como nuestro representante.

El bautismo del arrepentimiento no era para Jesús ya que él jamás se ha tenido que arrepentir de nada, más bien Jesús estaba en el Jordán mostrando que él era el mesías que todos estaban esperando. En medio de esa impresionante escena, el Espíritu Santo en forma de paloma se posó sobre Jesús, y el Padre eterno desde el cielo declaró que Cristo era su hijo amado y que en él estaba su complacencia. A través de esta imagen podemos contemplar a los tres miembros de la trinidad mostrando a este mundo que Jesús es el único salvador y el único camino que nos conduce hacia la vida eterna.

Nosotros debemos fijar nuestra mirada en Jesús para amarlo y deleitarnos en él, de la misma manera que lo hace el Padre. Él vino para ser el representante de todos aquellos que formamos parte de la gran multitud de pecadores que merecemos el castigo de Dios. Jesús se bautizó con el propósito de mostrar a este mundo que él es el único que puede cargar con todos nuestros pecados.
Celebra y dale gracias al Señor porque el Padre cargó en el hijo todos tus pecados. Ahora, por medio de los méritos de Cristo, somos declarados justos, santos e inocentes. Ahora, gracias a Cristo, también somos hijos amados.