Miqueas 7:7

Miqueas 7:7 “Más yo pondré la mirada en el Señor, esperaré en el Dios de mi salvación; mi Dios me oirá”.

El libro de Miqueas termina ofreciéndonos esperanza en medio de la decadencia espiritual, de las injusticias y de toda la corrupción que estaba experimentando la nación de Israel. El profeta sabía que en medio de toda esa situación su única esperanza se encontraba en la intervención del Señor. Cuando todo es un caos, lo único que podemos hacer es poner nuestra mirada en Dios, clamar con todo nuestro corazón y esperar en el Todopoderoso. Miqueas no puso su mirada en lo que tenía a su alrededor, sino que al igual que el salmista, alzó sus ojos a los montes de donde sabía que vendría su socorro.

Sea cual sea la situación tan complicada que estemos atravesando, siempre debemos recordar las maravillosas verdades que nos ofrece este versículo. En medio del caos, del sufrimiento y de las injusticias que estemos viviendo, nuestra mirada tiene que estar puesta única y exclusivamente en el Señor. Dios es el único faro que puede guiarnos y sostenernos en medio de la oscuridad. Sin lugar a dudas, una de las cosas que más nos cuesta es esperar en el Señor, pero debemos aprender a confiar en aquel que nunca llega tarde. Aunque no lo creamos, en el tiempo de la espera Dios está obrando y trabajando profundamente en nuestro carácter y en nuestra fe.

En último lugar, el profeta nos recuerda que Dios siempre oye nuestras oraciones. Todos aquellos que tenemos a Dios como nuestro padre celestial debemos confiar en el momento que terminamos de orar. Cuando nos comunicamos con Dios a través de la oración, lo que estamos haciendo es dejar nuestras peticiones y cargas en las manos del Eterno. Necesitamos que nuestras almas aprendan a descansar después de la oración. Medita en este día en las tres verdades que nos ofrece Miqueas en su último capítulo: poner nuestra mirada en el Señor, esperar en Él y confiar en la oración.