“Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos” Números 11:5
Cada vez que se presentaban momentos de dificultad durante el peregrinaje por el desierto los israelitas se acordaban de las pocas cosas que tenían en Egipto y deseaban regresar atrás. En esta ocasión ellos anhelaban la comida que saboreaban, pero lo que habían olvidado era la esclavitud, el dolor y la aflicción en la que se encontraban con los egipcios.
En nuestro peregrinaje hacia el reino de Dios en muchas ocasiones el diablo tratará de recordarnos y de seducirnos con placeres, deleites y las fiestas que celebrábamos cuando nos encontrábamos prisioneros en este mundo. Y es precisamente eso lo que jamás debemos de olvidar, que éramos PRISIONEROS del sistema pecaminoso de esta sociedad. No recuerdes solo el baile, el alcohol, la risa con los amigos, el dinero fácil, las fiestas en la noche y el sexo barato… recuerda también la soledad, la tristeza, los conflictos con tu familia, la superficialidad de tu vida y sobre todo el enorme vacío que tenían nuestras almas lejos de Dios.
Es cierto que en Egipto se comía carne, pescado, melones y puerros, pero todo esto lo metías en tu boca después de ser fuertemente azotado por un egipcio. El diablo no te ofrece nada GRATIS, él te pone cadenas en el corazón y al final te roba las cosas más valiosas. Sigue avanzando con tu cruz por el camino estrecho y angosto que lleva a la VIDA. No olvides que el Señor en su gracia ha cambiado nuestro lamento en baile y en medio del desierto que estamos atravesando fija tus ojos en Cristo porque Él es más hermoso que todo lo que puedas encontrar en el Egipto de este mundo.