Cómo ciudad derribada y sin muro es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda. Proverbios 25:28
En la antigüedad quizás una de las cosas más importantes y necesarias para una ciudad eran las murallas. Los muros ofrecían a los ciudadanos (seguridad, paz, protección, estabilidad, prosperidad…)
Todo esto es lo que ofrece a una vida tener (disciplina y dominio propio sobre nuestro espíritu) Cuando somos indiferentes, religiosos, apáticos y perezosos nuestra vida se queda sin muros espirituales que la protejan. Si no nos cuidamos y estamos alerta cada día con el paso del tiempo podemos llegar a estar como una ciudad derribada y desolada.
Cuando dejamos de congregarnos, cerramos nuestras biblias y nuestros labios no se comunican con Dios por medio de la oración, somos como esa ciudad derribada y sin muros. En estos momentos nuestros enemigos aprovechan para pasear libres y con facilidad mientras conquistan terreno en nuestras mentes.
Debemos poner rienda a nuestro corazón, para que siempre este rendido a la obediencia y a la voluntad a Dios. Si sientes que la ciudad de tu alma está derribada y desde hace tiempo ya no tienes muros que te protejan de tus enemigos, en este día quiero animarte con el llamado que le hizo Nehemías al pueblo de Israel «Levantémonos y Edifiquemos».