Este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre; El nos guiará aún más allá de la muerte. Salmo 48:14
Que impresionante es saber que nosotros somos de Dios, pero a la vez que él también es nuestro. Ser de alguien me habla de intimidad, de confianza, de privilegios, aunque también de responsabilidades. Es maravilloso pensar que Dios es nuestro al igual que una esposa es de su marido o los hijos de los padres.
En medio de una sociedad donde la gran mayoría de las relaciones duran lo mismo que la comida basura, es alentador recordar que nuestra relación con Dios no durará una etapa, sino que será eternamente y para siempre.
La muerte es la que se encarga de separar aquellas relaciones bonitas que podemos llegar a tener aquí en la tierra. Muchos hemos experimentado el dolor tan terrible que produce el fallecimiento de algún ser querido, pero en el cristianismo la muerte está vencida y su visita solo será el billete que nos conduzca directamente hasta los brazos del Eterno.
En este nuevo día recuerda y dile a tu alma como se decían los amantes de cantares: «Mi amado es mío y yo soy suya».