Sofonías 2:3 “Buscad al Señor todos los humildes de la tierra, los que cumplís con sus preceptos; buscad justicia, buscad mansedumbre; quizá seáis guardados en el día del enojo del Señor”.
A lo largo de este capítulo, el profeta anima y exhorta al pueblo al arrepentimiento para poder escapar del juicio de Dios que estaba preparado contra las naciones. En este versículo se repite hasta en tres ocasiones el verbo buscar. Tras esta palabra se encuentra implícito el llamado hacia el arrepentimiento. Cuando buscas a Dios, dejas de buscar otras cosas de este mundo.
Aquellos que creían en el Señor, debían buscarlo en medio de la terrible situación que estaban atravesando. Es decir, el pueblo era el que tenía que buscar al Señor, buscar la justicia y buscar la mansedumbre.
Los judíos en aquel contexto debían hacer esto, pero nosotros en pleno siglo XXI debemos también buscar al Señor en todo tiempo. Sólo cuando buscamos a Dios de todo corazón, hallamos lo que necesitan nuestras almas. Debemos meditar para saber si estamos buscando a Dios o si por el contrario nuestros corazones buscan a los ídolos que ofrecen este mundo. La buena noticia que se nos dice en la Palabra es que todos aquellos que buscan al Señor lo hallarán. Pero también se nos dice que debemos buscar a Dios mientras Él pueda ser hallado, ya que dentro de poco vendrá el juicio y entonces por mucho que busquemos ya no encontraremos al salvador que necesitamos.
Si buscas al Señor, es una señal que realmente lo amas y eres su hijo. Los que buscan son aquellos que se han arrepentido y le han dado la espalda a los placeres y los ídolos de este mundo. Los seres humanos que estamos muertos espiritualmente por la consecuencia de nuestros pecados solo podemos buscar a Dios si Él antes sale a nuestro encuentro. Realmente, nosotros podemos buscar a Dios porque Él vino a buscarnos cuando estábamos muertos en nuestros delitos y pecados.