Zacarías 12:10

Zacarías 12:10 “Pero sobre la casa de David y los habitantes de Jerusalén derramaré un espíritu de gracia y de oración. Mirarán hacia mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por el hijo unigénito, y se afligirán por él como quien se aflige por el primogénito”.

Con estas palabras el profeta estaba señalando hacia la liberación espiritual que el pueblo de Dios experimentaría gracias a la visitación del Espíritu Santo. El Señor en diferentes momentos del Antiguo Testamento prometió que llegaría un día en el que derramaría, sobre los corazones de sus hijos, al Espíritu Santo.

En el momento que cualquier persona mira hacia el unigénito, que fue traspasado en la cruz, y se arrepiente de sus pecados todo corazón, obtiene la salvación por gracia y recibe en su interior a la tercera persona de la trinidad. Cuando Dios derrama su Espíritu, dispensando gracia y generando poder, Él muestra el poder y la consecuencia de la regeneración. Sólo el Espíritu es el que puede abrir los ojos de los pecadores para contemplar la belleza y la gloria de Cristo.

Debemos agradecer a Dios cada día de nuestra vida el regalo del don de la fe, el darnos la capacidad de poder arrepentirnos de nuestros pecados y el introducir en nuestro interior a la maravillosa y tierna persona del Espíritu Santo.
Todos aquellos que hemos creído y puesto nuestra confianza en Cristo somos llamados hijos de Dios. Ahora tenemos identidad, propósito y esperanza. Dios habita en nosotros y Él ha prometido que jamás nos dejará ni nos abandonará hasta que regresemos de nuevo a la casa de nuestro Padre Celestial.