Zacarías 3:4 “Habló el ángel y ordenó a los que estaban delante de él: Quitadle esas ropas sucias. Y a él dijo: Mira que he quitado de ti tu pecado y te he hecho vestir de ropas de gala”.
Cuando la Biblia hace referencia a quitar los vestidos sucios, está tratando de mostrar una ilustración que apunta al perdón que podemos recibir por parte de Dios. Cuando somos perdonados por la gracia y misericordia del Señor no sólo son quitados nuestras ropas sucias, sino que además somos vestidos con ropas de gala. Esta imagen tan clara apuntaba hacia la hermosa doctrina de la justificación. La justificación es uno de los grandes componentes de nuestra salvación en Cristo como creyentes.
En un acto de gracia, Dios decide perdonar todos nuestros pecados pasados, presentes y futuros. Por medio de los méritos de Cristo somos justificados y aceptados como hijos de Dios. Toda la vida y la justicia de Cristo es puesta a nuestra cuenta, aquellos que éramos culpables ahora somos inocentes, los pecadores somos declarados santos. En la cruz, Cristo ocupó el lugar que nosotros merecíamos, él fue desnudado para que nosotros fuésemos vestidos.
Al igual que sucedió en la parábola del hijo pródigo, donde el padre quitó las ropas sucias para poner los mejores vestidos, nosotros a través del evangelio somos perdonados, limpiados y justificados. No hay mejor noticia que la que ofrece la doctrina de la justificación. Ahora tenemos una nueva identidad, un nuevo expediente, todo nuestro pecado ha sido cancelado y borrado para siempre. Todos los días somos aceptados por Dios porque él nos mira a través de la vida perfecta de Jesucristo.