Ezequiel 10:18

Ezequiel 10:18 “Entonces, la gloria del Señor se elevó por encima del umbral del templo, y se puso sobre los querubines”.
 
A través de otra visión, Ezequiel contempló cómo la gloria del Señor abandonaba el templo. La misma gloria que descendió en el pasado llenando todo con gozo y paz, ahora por el contrario abandonaba el lugar que Dios había escogido para relacionarse con su pueblo. Un templo sin gloria es como un día sin sol o una noche sin luna. Si al templo le quitas la gloria y la presencia De Dios, lo único que le quedan son piedras y pecadores bajo el techo.
 
En estos momentos de la historia, el templo de Dios se quedó sin gloria, pero siglos más tarde la gloria de Dios vino al mundo de manera física y visible a través de Jesucristo. Como escribió el apóstol Juan en su evangelio, el verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre. Tras la muerte y resurrección de Jesús, el Señor prometió que Él mismo vendría a morar al templo de nuestros corazones. En el tiempo en el que nos encontramos, podemos experimentar la gloria y la presencia de Dios en nuestro interior a través de la persona del Espíritu Santo.
 
Sólo el pecado hace que dejemos de disfrutar de la gloria de Dios, por ese motivo es importante que cada iglesia viva y camine en santidad. Qué triste es cuando una iglesia local deja de saborear la gloria de Dios. En ocasiones podemos creer que todo está bien y en orden, pero debido al pecado hemos dejado al Señor fuera llamando a la puerta. Lucha, ora y esfuérzate para que la gloria de Dios esté siempre presente en tu iglesia y en el templo de tu corazón.