Perseguía yo este Camino hasta la muerte, prendiendo y entregando en cárceles a hombres y mujeres. Hechos 22:4
Muchas veces hemos oído que no debemos mirar al pasado, y en parte es cierto, pero hay cosas del pasado que jamás podemos olvidar, y una de ellas es recordar de donde Dios nos ha librado y rescatado. Esto era algo que Pablo tenía muy pero que muy presente en su vida. Él constantemente presentaba el Evangelio y su punto de partida era el camino de Damasco donde Jesús le salió al encuentro.
Pablo no se avergonzaba de contarle a todo el mundo que antes era un perseguidor de la iglesia y que con sus propias manos maltrataba a los cristianos, pero ahora, por la Gracia y la Misericordia del Señor, esas manos abrazaban a cristianos y construían iglesias. Todos tenemos un ANTES y DESPUÉS de Cristo y esa transformación es la que debemos contar a las personas.
Si te cuesta presentar el mensaje del Evangelio, dedícate a compartir tu testimonio personal. A través de la transformación de tu corazón otros podrán ver a Cristo.