1º Crónicas 10:13

1º Crónicas 10:13 “Así murió Saúl a causa de su rebelión con que pecó contra el Señor, contra la palabra del Señor, la cual no guardó”.

Saúl, el primer rey que Dios escogió para cuidar, guiar y gobernar al pueblo de Israel, en un momento de batalla contra los filisteos se quitó la vida sobre su propia espada. Qué triste debe ser terminar tus días y marcharte de este mundo de esta manera. Su historia tuvo un final terrible porque en un momento del camino decidió rebelarse contra Dios y desobedecer su palabra.

Cada vez que le damos la espalda a Dios, cerramos nuestros oídos a su voz y desobedecemos su palabra nuestra vida entra en un terreno de caos, tristeza y aflicción. Como dice la Palabra: separados del Señor nada podemos hacer. Dios es la fuente y el manantial donde podemos hallar la paz y el gozo que tanto anhelan nuestras almas. Pero si nos alejamos de nuestro Creador más tarde o más temprano terminaremos sufriendo en manos de nuestros enemigos.

Saúl es el rey que representa a la humanidad caída, al Adán que se rebela y desobedece la palabra del Señor en el huerto del Edén. Saúl nos recuerda muy bien el estado en el que se encuentran todos los seres humanos. Estamos perdidos, sin rumbo y sin ningún tipo de esperanza. Pero la buena noticia es que Dios ha enviado a un nuevo rey, un nuevo representante que viene para librarnos de la maldición del pecado. Cristo es el rey de Israel, Cristo es el único que se somete al Dios Padre y el único que obedece por completo su voluntad. Por medio de la vida, la muerte y resurrección de Jesús hemos sido salvados de la espada que nos enviaba una eternidad al infierno.