1º Crónicas 13:3

1º Crónicas 13:3 “Traigamos el arca de nuestro Dios junto a nosotros, porque desde el tiempo de Saúl no hemos hecho caso de ella”.

Lo primero que hizo David en el momento que fue declarado rey de Israel fue buscar y traer el arca de Dios la cual llevaba años lejos de las tierras de Israel. El arca era el lugar donde descendía y habitaba la presencia de Dios. Si el arca no estaba, el pueblo caminaba en sus propias fuerzas. A través de esta acción podemos conocer un poco más el corazón tan apasionado que tenía el rey David por la presencia de Dios.

Para David lo más importante era contar con el respaldo y la presencia de Dios en su vida y en su reinado. David era un hombre que no confiaba en sus fuerzas, en sus capacidades ni tampoco en los carros ni en los jinetes. Qué importante y necesario es que entendamos de una vez por todas que separados del Señor nada podemos hacer. Muchas veces nos creemos sabios, autosuficientes y poderosos pero la realidad es que sin la presencia de Dios en nuestras vidas somos como un barco a la deriva en medio de una noche de tempestad.

Ahora, en el tiempo que vivimos, gracias a Dios no tenemos que buscar ningún arca porque por medio de la obra que Jesús realizó en la cruz la presencia de Dios mora en nuestro interior. Nuestro corazón es el arca de Dios donde habita su presencia. Cuidemos y protejamos en todo momento el arca de nuestro corazón para no entristecer a la persona del Espíritu Santo. Busca la presencia de Dios cada mañana y en cada momento. Seamos llenos del Espíritu Santo y disfrutemos del privilegio que tenemos de vivir constantemente en la presencia de Dios.