1º Crónicas 17:10

1º Crónicas 17:10 “Cuando se cumplan los días para que te reúnas con tus padres, levantaré a uno de tus descendientes, uno de tus hijos, y afirmaré su reino”.

Cada uno de los reyes, profetas y sacerdotes que tuvo el pueblo de Israel durante siglos eran simplemente una sombra o una señal que apuntaba al Mesías prometido que vendría para salvar a los pecadores y reinar por toda la eternidad. El Salvador del mundo sería uno de los descendientes del rey David, por ese motivo a Cristo en muchas ocasiones las personas le clamaban diciendo: “Jesús hijo de David…”
Los reinos de este mundo han ido pasando de un rey a otro. Todos los reyes nacen, gobiernan durante un tiempo y en el momento que mueren inmediatamente su reino pasa a estar bajo el dominio y el gobierno de otro rey. Pero en el caso de Jesucristo su reino es suyo por los siglos de los siglos, nada ni nadie podrá arrebatarle el reino al Hijo de Dios. Aquellos que hemos recibido a Cristo como Señor y Salvador estamos absolutamente seguros en su reino. Los reinos de este mundo se tambalean, entran en conflictos, se dividen y experimentan terribles crisis, pero el reino de Dios es firme, poderoso y estable.

El reino es el plan de Dios desde el principio de los tiempos y hasta por la eternidad. El reino de Dios es el gran proyecto de los tres miembros de la trinidad. Jesús vino a este mundo para anunciar la llegada del reino de Dios. Como definió un autor, podríamos decir que el reino de Dios es “El pueblo de Dios, en el lugar de Dios, bajo el gobierno y las bendiciones de Dios”. Solo cuando entendemos y vivimos para el Reino de Dios nuestras vidas cobran sentido.