1º Crónicas 28:23

1º Crónicas 28:23 “Mira, pues, ahora que el Señor te ha elegido para que edifiques Casa para el santuario; ¡esfuérzate y hazla!”.

Uno de los mayores deseos del rey David era construir el primer templo para Dios, pero debido a la cantidad de sangre que derramó en las guerras, Dios decidió que ese privilegio lo tuviera su hijo Salomón. David no puso ni un solo ladrillo en el templo, pero él trabajó durante varios años en muchísimos detalles de los planos, los materiales, los equipos de trabajo y las personas que estarían sirviendo en diferentes ministerios.

En el corazón de David no estaba el deseo de edificar un gran palacio para él, su deseo en la vida no era ahorrar para tener dinero en el banco y una gran jubilación para sus últimos años. David tenía el deseo de edificar una casa, un templo para Dios. Este hombre vivía con el propósito de servir a Dios, glorificar su nombre y extender su reino aquí en la tierra. Debemos meditar seriamente en cual es el propósito de nuestra vida, para que nos levantamos y esforzamos cada día, qué estamos haciendo con nuestros años, nuestras fuerzas, con el dinero, los recursos y el tiempo que Dios nos está dando.

El propósito de un cristiano debería de ser edificar la casa de Dios aquí en la Tierra que es su iglesia local y universal. Debemos invertir y desgastar toda nuestra vida en extender el reino de Dios en los corazones, predicar a Cristo y hacer todo lo posible para que el evangelio llegue hasta el último rincón del planeta Tierra. Al igual que Salomón, nosotros hemos sido elegidos para extender la fama de su nombre en el siglo XXI, por ese motivo debemos esforzarnos y hacer su voluntad que es “ir y predicar a todas las naciones”. Cuando enfocas tu vida en cosas diferentes a estas simplemente estas dando fuera de la diana. Haz todo lo posible para seguir edificando la casa de Dios que es su iglesia aquí en la tierra.