1º Samuel 18:9 “Y desde aquel día Saúl no miró con buenos ojos a David” .
El corazón del rey Saúl cambió de manera radical hacía David desde el día que las doncellas cantaron: “Saúl hirió a sus miles y David a sus diez miles”. A partir de ese momento, Saúl comenzó a sentir celos, envidia y enojo hacia el joven pastor. Cuando no tenemos clara nuestra identidad en el Señor, vivimos comparándonos, llamando la atención para tratar de llenar nuestro Ego y compitiendo con todo el mundo para intentar alcanzar la cima del éxito y de la popularidad.
Necesitamos liberarnos del temor a los hombres para ser dominados por el temor santo y reverente hacia Dios. Debemos recordar que nuestra historia y toda nuestra vida debe girar y apuntar hacia el verdadero y único protagonista que es la persona de Jesucristo. Solo cuando te encuentras en el terreno del Autoolvido (libro que por cierto te recomendamos leer), puedes experimentar la plenitud, el gozo y la libertad que tanto necesitan nuestras almas.
No fue Saúl ni David los que mataron a miles y a diez miles, fue el Señor el que los capacitó y venció a cada uno de esos filisteos. Cuando entendemos que TODO es por Él y para Él entonces podemos celebrar los éxitos y los triunfos de otros y finalmente darle la Gloria a Dios que es el único que se le merece. Analiza seriamente tu corazón para identificar si estás mal con alguien. Corre hacia el Señor y pídele que te libere del rencor y de la amargura que tanto daño hacen al alma. No trates de obtener algo de los hombres cuando Cristo ya te lo ha entregado todo por gracia.