1º Samuel 26:11

1º Samuel 26:11 “Guárdeme el Señor de extender mi mano contra el ungido del Señor”.

Una vez más, David tuvo la oportunidad de acabar con la vida de Saúl. Como se suele decir, tenía en bandeja a su enemigo. Pudo matarlo con facilidad, pero también una vez más David decidió perdonar y no tocar al ungido del Señor. Debemos aprender de este valioso ejemplo y recordar siempre que nosotros no tenemos que tomarnos jamás la venganza por nuestra mano. El Señor es el juez justo y es Él el que se encarga de juzgar, castigar o perdonar a las personas.

Debemos guardar mucho nuestro corazón porque cuando alguien nos trata con injusticia o nos daña de manera intencionada solemos tener ira, rencor o el deseo pecaminoso de vengarnos. Pídele al Señor que te llene de su espíritu de amor, de paz y de dominio propio. Pídele al Señor que te ayude para no extender tu mano contra aquellos que consideras tus enemigos. Aprendamos de la hermosa actitud de David y especialmente de Jesucristo el cual hasta el final de su vida amó y perdonó a cada uno de sus enemigos.

Solo meditando en el mensaje de gracia que ofrece el evangelio y contemplando todo lo que sucedió a los pies de la cruz podremos actuar como nuestro Señor Jesucristo. Incluso no debemos de olvidar que cada uno de nosotros éramos enemigos de Jesús y él en su misericordia decidió perdonarnos, abrazarnos y restaurarnos. Confiemos en el poder que Dios tiene para transformar vidas, Él es el único que puede conseguir que perdones y abraces a tus enemigos.