2º Crónicas 25:4

2º Crónicas 25:4 “No morirán los padres por los hijos, ni los hijos por los padres; más cada uno morirá por su pecado”.
 
Algo que jamás podemos olvidar es que cada persona que ha pasado por el mundo es absolutamente responsable de sus acciones y de sus decisiones. Todos los seres humanos algún día estaremos ante la presencia del Dios tres veces Santo y rendiremos cuentas de cada uno de los pecados que hayamos realizado a lo largo de nuestra vida aquí en la tierra.
 
Todos somos responsables y nadie puede ocupar el lugar que nos corresponde. Los padres no pueden de ninguna manera morir o cancelar los pecados de sus hijos, al igual que ningún hijo puede morir o cancelar los pecados de sus padres. Dios, el Juez Justo, juzgará a cada persona de manera personal e individual y el terrible problema que tenemos es que como dice la Palabra, todos somos pecadores, todos estamos alejados de la gloria de Dios y por lo tanto todos merecemos el justo castigo del Dios Santo.
 
Lo realmente increíble y maravilloso es que Dios ha entregado a su hijo unigénito para salvarnos de la condenación eterna. Como ya hemos dicho nadie puede pagar por los pecados personales que cada uno hemos cometido porque precisamente todos somos pecadores, pero la buena noticia que ofrece el Evangelio es que Jesús, el santo, justo e inocente, decidió ocupar nuestro lugar para justificarnos y salvarnos del infierno y de la ira del Padre. Corre en arrepentimiento y fe hacia la persona de Jesús para que puedas experimentar la paz y el gozo de la salvación.