2º Crónicas 28:2

2º Crónicas 28:2 “Anduvo en los caminos de los reyes de Israel, y además hizo imágenes fundidas a los baales”.
 
El rey Acaz, durante un tiempo de su vida adoró a diferentes dioses paganos pero lo más terrible es que también introdujo a su propia nación en la idolatría, llegando incluso hasta sacrificar a algunos de sus hijos. Debido a esta maldad, Dios decidió entregarlo en manos de sus enemigos y sufrió muchas consecuencias. Tanto su mente como su corazón estaban completamente cautivadas por la idolatría.
 
De la misma manera nos puede suceder a todos nosotros, en el momento que quitamos al Señor del trono que le corresponde, nuestro corazón inmediatamente buscará diferentes ídolos a los que servir y adorar. Lo peligroso de la idolatría es que no sólo afecta a nuestras vidas, sino que además afecta a nuestros familiares y a cada una de las personas que nos rodean. Los ídolos cada vez piden y demandan más de nosotros hasta que finalmente nos convierten en sus prisioneros. Un ídolo, al principio te promete mucho, pero con el paso del tiempo te lo quita absolutamente todo.
 
Cristo ha venido a nuestras vidas para romper nuestras cadenas y liberarnos de todos aquellos ídolos que controlaban nuestro corazón, nuestros pensamientos, nuestro tiempo y dinero. Sólo Jesús puede ofrecernos la libertad que tanto anhela y necesita nuestra alma, Él es el único Señor que puede darnos paz, amor, gozo, seguridad y esperanza. No dejes que el diablo, con toda su astucia, te seduzca a través de los muchos ídolos que existen en este mundo, fija tus ojos en Cristo y decide cada día negarte a ti mismo para seguirle hasta el fin con pasión y fidelidad.