2º Crónicas 32:8

2º Crónicas 32:8 “Con él está el brazo de carne, pero con nosotros está el Señor; nuestro Dios, para ayudarnos y pelear nuestras batallas”.
 
Senaquerib, el rey de Asiria y un temible conquistador, se dedicó a atacar a Judá y a blasfemar a Dios. Él trataba por todos los medios de intimidar al pueblo de Dios para que se rindieran, pero Ezequías estaba completamente convencido que con el Señor podrían resistir y obtener la victoria sobre este poderoso enemigo. Ezequías tenía una gran confianza en Dios, en su poder y en cada una de sus promesas. Por ese motivo, lo que hizo fue exhortar al pueblo para que se esforzaran y animarlos a descansar en el Todopoderoso.
De la misma manera, cada uno de nosotros, en ocasiones también estamos arrinconados e intimidados por muchos enemigos que quizás no vienen con lanzas y espadas, pero tratan de dañarnos de otras muchas maneras. Cuando vemos y sentimos que los enemigos nos están sitiando, debemos seguir luchando con nuestras armas espirituales y no dejar de confiar en el Dios que ha prometido estar con nosotros, ayudarnos y pelear cada una de nuestras batallas.
 
No dejes que los grandes enemigos te intimiden, fija tus ojos siempre en el Señor y aprende a esperar en Él. No importa si tus enemigos son personas, enfermedades, la economía o circunstancias muy complicadas. Sea cual sea el enemigo que está tratando de intimidarte y robarte el gozo y la paz, recuérdale a tu alma cada día quién es el que está contigo peleando a tu favor. Debemos meditar y apropiarnos de todas las promesas del Señor y finalmente recordar que nuestras batallas solo las podremos ganar luchando de rodillas en oración.