2º Crónicas 33:12

2º Crónicas 33:12 “Pero cuando se vio en angustias, oró al Señor, su Dios, y se humilló profundamente en la presencia del Dios de sus padres”.
 
El capítulo treinta y tres del segundo libro de Crónicas muestra a la perfección cómo es todo el proceso que experimenta una persona cuando decide darle la espalda y rebelarse contra Dios, adorar a los ídolos de este mundo, la terrible consecuencia que produce el pecado en nuestras vidas, pero a la vez la maravillosa gracia, misericordia y restauración que ofrece Dios cuando ve que realmente regresamos a Él humillados y arrepentidos.
 
El reinado de Manasés, lo podríamos dividir en dos etapas: la primera, cuando decidió dejar a Dios y su voluntad a un lado para abrazar la idolatría pagana. Y la segunda etapa, cuando se arrepintió y regresó a Dios completamente humillado. Esta historia real nos recuerda lo que le sucede a los seres humanos cuando deciden cambiar al Creador por la creación, cuando dejamos la luz para habitar en las tinieblas, cuando preferimos obedecer a nuestro corazón antes que a la voluntad del Señor. Manasés terminó esclavo, prisionero y completamente afligido, pero en el momento que tocó fondo se humilló, se arrepintió de todo corazón y el Señor grande en misericordia lo perdonó y lo restauró con su amor y su gracia.
 
La historia de Manasés es la historia de muchos creyentes, muchos hijos pródigos que se alejan de la casa del Padre, destrozan su vida y terminan comiendo algarrobas con los cerdos. Pero la buena noticia es que mientras hay vida hay esperanza, siempre podemos volver arrepentidos hacia el Padre y Él, como Padre, siempre nos recibirá con un abrazo. Si te ves identificado con Manasés, te invito a correr arrepentido hacia el Dios que te ama y recuerda que cada vez que estés en angustias puedes orar al Señor porque Él siempre te escuchará y siempre saldrá a socorrerte.