2º Crónicas 35:3 “No se había celebrado una Pascua como esta en Israel desde los días del profeta Samuel; ningún rey de Israel celebró una Pascua tal como la que celebró el rey Josías”.
El rey Josías guió a Judá a celebrar la Pascua de una manera histórica y formidable. La Pascua es una de las fiestas más importantes y solemnes que celebran los judíos. Durante estos días, el pueblo de Israel recuerda todo lo que Dios hizo para rescatarlos de Egipto y cómo ellos fueron redimidos a través de la sangre de un cordero. La pascua es un momento en el que se mira hacia atrás para recordar el pasado y adorar a Dios por su gracia, su amor, fidelidad y misericordia.
Miles de años después, el pueblo de Israel continúa celebrando la fiesta de la pascua, ellos recuerdan todo lo que Dios hizo a través de Moisés y siguen esperando que el Cordero y Salvador del mundo se presente en algún momento. Lo que muchos judíos no saben o no quieren aceptar es que el Cordero de Dios ya vino a la tierra en la persona de Jesús. Aquellos que creemos y confiamos en el Hijo de Dios, ya no tenemos que esperar a que el Mesías y Salvador venga porque creemos de todo corazón que ya ha venido.
Ahora, los creyentes no celebramos la pascua, pero si celebramos la Santa Cena. El Señor Jesús desea que su pueblo recuerde su redención, por medio del pan y del vino que son los símbolos que Cristo nos ha dejado. Participemos de la mesa del Señor siempre con respeto y con reverencia, pero también con gozo y esperanza al saber que dentro de muy poco tomaremos el pan y el vino con el Cristo resucitado y glorificado.