2º Crónicas 6:40

2º Crónicas 6:40 “Dios mío, te ruego que estén abiertos tus ojos y atentos tus oídos a la oración en este lugar”.
 
El templo de Salomón en la tierra era un lugar donde el pueblo se podía encontrar con Dios y Dios con su pueblo. El templo debía ser como ese lugar especial donde quedan dos personas que se aman para tener un tiempo de calidad en el que poder comunicarse, conocerse más y finalmente crecer en amor el uno hacia el otro. Para Salomón, lo más importante del templo era saber que la presencia de Dios estaría en aquel lugar. De nada le servía saber que había edificado la construcción más increíble de la historia hasta ese momento si al final el templo era tan solo un edificio grande y lujoso.
 
El templo debía ser un lugar en el que poder comunicarse con Dios a través del hermoso medio de la oración. Dios tenía su mirada y sus oídos muy atentos a todo lo que sucedía en el templo, a los que entraban en él y a cada persona que realizaba una oración con humildad, arrepentimiento y fe. El templo era y es un verdadero regalo y bendición, pero el único gran peligro que tiene el templo es hacer creer a las personas que Dios sólo habita en el interior del templo. Los templos, a lo largo de la historia y en todas las religiones, han traído mucho daño y han producido mucha confusión. Precisamente por adorar y comunicarte con Dios solo en el templo se crean muchas religiones.
 
Nosotros creemos que Dios ve y oye lo que sucede en el templo o en el local donde su pueblo se reúne para adorarle y orar, pero sobre todo creemos que Dios habita en el universo, Él nos ve y nos oye en cualquier lugar en el que nos encontremos. Dios, a través de su Espíritu Santo, habita en el templo de nuestro corazón. Por ese motivo siempre decimos que no tenemos una religión, sino más bien una relación. Los hijos de Dios viven libres, temerosos y felices ante la atenta mirada del Señor. Camina y vive en todo momento delante del Dios que te ve y te oye. Disfruta de cada momento que pases en el templo junto al resto del pueblo de Dios, pero sobre todo, no te olvides de que el templo más importante es el templo de tu corazón.