2º Crónicas 7:15

2º Crónicas 7:15 “Mis ojos estarán abiertos, y mis oídos atentos, a la oración que se haga en este lugar”.
 
Una vez que las obras del templo finalizaron y se realizaron los sacrificios, Dios salió de nuevo al encuentro de Salomón para realizar un pacto con él. Dios aseguró que, si el pueblo de Israel caminaba en humildad, buscaba su rostro y se volvía de sus malos caminos, entonces el Señor oiría sus oraciones, perdonaría sus pecados y sanaría su tierra.
 
Hoy cada uno de nosotros podemos celebrar que los ojos y los oídos del Señor están abiertos a nuestras oraciones, no por las obras que nosotros realicemos, sino por la obra que Cristo realizó. El camino hacia el Padre ha sido abierto, el camino hacia el Padre es el mismo Jesucristo, y aquellos que tenemos a Cristo como nuestro Señor y Salvador tenemos acceso libre ante el trono de la gracia. Dios nos ve y nos oye en todo momento y todos los días de nuestra vida. Nosotros no tenemos que acudir a ninguna persona para que actúe como nuestro intermediario, tampoco tenemos que ir a algún lugar para encontrarnos y comunicarnos con Dios. 
 
Hace un tiempo los cielos estaban cerrados sobre nosotros y nuestras oraciones tan solo eran palabras que desaparecían tras el silencio. Pero ahora tenemos la absoluta seguridad de saber que podemos relacionarnos con Dios como un hijo lo hace con su padre. Disfruta del maravilloso medio y regalo que es la oración.
Orar con Dios cada día, a ti no te cuesta nada, pero a Cristo le costó absolutamente todo. El apóstol Pablo era consciente de este increíble privilegio, por ese motivo animó y dijo a todos los creyentes “orad sin cesar”.