2º Reyes 20:3

2º Reyes 20:3 “Te ruego, oh Jehová, te ruego que hagas memoria de que he andado delante de ti en verdad y con íntegro corazón, y que he hecho las cosas que te agradan. Y lloró Ezequías con gran lloro”.

El rey Ezequías tuvo una enfermedad de muerte, el profeta Isaías le dijo que le quedaba muy poco para fallecer. Por ese motivo, le recomendó que ordenara su casa y todos los asuntos para marchar de este mundo de la mejor manera posible. Tras recibir esta noticia, Ezequías clamó desde lo más profundo de su corazón al Señor para que tuviese misericordia y contemplara la integridad con la que había tratado de andar a lo largo de su vida.

Dios desde su trono oyó su oración, vio cada una de sus lágrimas, sanó su cuerpo y decidió regalarle 15 años más de vida. Aquí una vez más podemos ver cómo tanto la vida y la muerte se encuentran en las manos del Señor. Dios decidió darle 15 años a Ezequías y eso fue exactamente lo que vivió. Ninguno de nosotros sabemos cuánto tiempo nos queda a este lado de la eternidad, pero lo que está claro es que debemos aprovechar al máximo el tiempo para los planes y propósitos de Dios. Vivamos al igual que Ezequías, andando con temor ante el Señor y con integridad en nuestro corazón.

La buena noticia que ofrece el evangelio es que la muerte para nosotros no es el fin, Dios en su gracia y a través de la obra de Cristo no nos regala 15 años sino que nos regala una vida eterna. No debemos abatirnos cuando nos visite la enfermedad ni tampoco tenerle temor a la muerte porque ella ha sido vencida a través de la cruz y la resurrección de Jesús. Aprovecha bien cada día que tienes aquí en la tierra porque son regalos que el Dios Padre te ofrece, pero recuerda que cuando tu corazón deje de latir vivirás por toda la eternidad.