2º Reyes 21:22

2º Reyes 21:22 “Dejó al Señor, el Dios de sus padres, y no anduvo en el camino del Señor”.

Durante el tiempo que duró el reinado de Ezequías las cosas se hicieron bien ante la mirada del Señor y el pueblo disfrutó de años de paz, de bendición y prosperidad. Pero desgraciadamente todo cambió de manera radical cuando los siguientes sucesores ocuparon el trono. Tanto Manasés como Amón hicieron cosas terribles. Practicaron la idolatría a dioses paganos, entraron en el terreno de la magia y la hechicería e incluso consultaron con espiritistas.

A pesar de tener un padre piadoso y temeroso del Señor, Manasés se apartó del Señor, y como siempre sucede, terminó sufriendo las consecuencias de sus pecados. Algo que jamás debemos olvidar y tener muy presentes aquellos padres que somos cristianos, es que la salvación no se hereda. La fe es un don que Dios tiene que regalar de manera personal. Incluso muchas veces los padres pueden hacer un excelente trabajo instruyendo a sus hijos en los caminos del Señor y con el paso de los años los hijos se alejan de Dios porque quizás nunca fueron salvos.

Me entristece en gran manera ver a muchísimos jóvenes que cuando se hacen adultos abandonan al Dios de sus padres, y precisamente dejan a Dios porque siguieron al Dios de sus padres, pero no a su propio Dios. Esto nos recuerda una vez más la necesidad que tienen las personas de experimentar el milagro de la regeneración o nuevo nacimiento. Sin un toque auténtico, genuino y poderoso del Espíritu Santo, cada uno de nuestros hijos están completamente perdidos en sus delitos y pecados. Cuidemos siempre nuestro ejemplo, presentemos en todo momento el evangelio y sobre todo no dejemos de orar para que Dios toque y transforme el corazón de cada uno de nuestros hijos.