Ezequiel 3:18

Ezequiel 3:18 “Cuando yo diga al impío: ciertamente morirás, si tú no lo amonestas ni le hablas, para que el impío sea advertido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero yo te pediré a ti cuentas de su sangre”.
 
Este es un texto que se suele mal interpretar trayendo confusión e incluso temor para la vida de muchos creyentes. Algunos creen que en este pasaje de manera literal, Dios está diciendo a todos sus hijos que si no advertimos del pecado, cuando las personas mueran se nos pedirá cuenta de su sangre. Esta interpretación del pasaje finalmente puede hacer que las personas anuncien el evangelio más por temor a la consecuencia, que por el deseo de que otros conozcan del Señor. Otros muchos, viven con tristeza sintiendo el peso de la culpa por no haber predicado el evangelio a alguien que ya falleció.
 
Los versículos siempre debemos interpretarlos a la luz de todas las Escrituras,. La palabra de Dios enseña claramente que cada persona es responsable de sus propios pecados. Este texto enseña que no tendrá responsabilidad por los pecados de los demás, sino por dejar de amonestar al pecador del juicio venidero. Dios no tiene por responsables a sus atalayas de cómo las personas responden a la verdad, sino que Él requiere a los atalayas que hablen fielmente la verdad a aquellos que están bajo su autoridad.
 
No podemos dejar de confrontar, amonestar y exhortar con amor a los pecadores. Vivimos tiempos donde muchos pastores y predicadores por temor al hombre o por un falso concepto del amor, dejaran de confrontar a las personas con sus pecados. Dios pedirá cuentas a todos aquellos que son sus mensajeros que no están transmitiendo con fidelidad su mensaje. Debemos orar para que los atalayas, que son los líderes que predican la palabra en nuestros días, sean fieles al Señor y a su voluntad.