Ezequiel 33:7

Ezequiel 33:7 “A ti, pues, hijo de hombre, te he puesto por centinela de la casa de Israel: tú oirás la palabra de mi boca y los amonestarás de mi parte”.
 
Ezequiel y el resto de los profetas que Dios llamó a lo largo de la historia, tenían la responsabilidad de ser atalayas en medio del pueblo. Estas personas tenían que avisar, advertir y exhortar al pueblo de todo aquello que Dios les comunicaba. El atalaya debía vigilar con atención cualquier peligro. Si por algún motivo el atalaya no cumplía con su función estaba en juego su propia vida. Cuando el atalaya tocaba la trompeta, las personas debían de obedecer. En ese momento cada individuo era responsable de su propia vida.
 
Esta es una ilustración que muestra cómo Dios, a través de sus profetas, pastores, maestros y evangelistas, advierte a las personas a través del toque de trompeta que es el Evangelio. Todos aquellos creyentes que estamos predicando con fidelidad la palabra de Dios a los incrédulos estamos actuando como buenos atalayas, por el contrario, aquellos que tienen la oportunidad de anunciar el evangelio a los que nos rodean, pero deciden guardar silencio no están cumpliendo con el llamado que tenemos de parte de Cristo.
 
Si oyes la trompeta de Dios, si sientes en tu corazón que Él te está llamando, no seas rebelde y orgulloso, rinde tu corazón en arrepentimiento y fe. Como dice la Palabra si hoy oyes la voz del Señor no endurezcas más tu corazón. Unos somos responsables de tocar la trompeta y otros son responsables de actuar tras el sonido de la trompeta. Amigo y amiga, déjame recordarte que el gran día del Señor está cada vez más cerca. Su justo juicio viene a esta tierra así que arrepiéntete, cree en el Señor Jesucristo y serás salvo de la ira de Dios.