Ezequiel 40:4

Ezequiel 40:4 “Aquel hombre me dijo: Hijo de hombre, observa con cuidado, escucha atentamente y fíjate bien en todas las cosas que te muestro, porque has sido traído aquí para que yo te las muestre. Cuenta todo lo que veas a la casa de Israel”.
 
Ezequiel recibió una visión del modelo del templo comenzando por el atrio exterior y sus puertas. Hasta estos momentos, el pueblo de Israel se encontraba en una ruina tanto física como espiritual. Seguramente Ezequiel como varón piadoso del linaje sacerdotal se encontraría profundamente triste y angustiado al ver cómo la presencia y la gloria de Dios llevaba años sin aparecer por el templo.
 
Pero de repente en medio de un tiempo de caos, soledad y sequedad espiritual Dios aparece de nuevo a través de una visión que ofrece gozo y esperanza. Dios se iba a encargar de traer todo lo necesario para que su presencia permaneciera para siempre con su pueblo. A lo largo de todo el capítulo se nos muestra todos los detalles y las medidas exactas de cómo debía ser cada parte del templo. Pero lo verdaderamente importante es, saber que a través de esta visión llena de símbolos Dios estaba apuntando al templo de los corazones.
 
Dios ya no está interesado en grandes edificios o en los grandes templos que son creados por los hombres, ahora Él ha prometido morar en el interior de aquellos que confían y confiesan su nombre. El Espíritu Santo viene para habitar en el corazón de cada uno de los hijos de Dios los cuales forman parte de su pueblo y de su familia espiritual. Que hermosa noticia saber que aquellos que vivíamos sin gozo, sin esperanza y sobre todo sin la presencia de Dios, ahora podemos estar completos en Cristo. Recuerda y ten muy presente en todo momento que, en tu interior se encuentra la tercera persona de la trinidad.