Ezequiel 43:5

Ezequiel 43:5 “Entonces el espíritu me levantó y me llevó al atrio interior, y vi que la gloria del Señor había llenado el templo”.
 
El profeta Ezequiel pudo ver a través de una esperanzadora visión, cómo la gloria de Dios venía una vez, como en los tiempos de Salomón. Por fin, tras muchos años de soledad, tristeza y decadencia espiritual, la presencia y la gloria de Dios descendieron sobre el nuevo templo. Tras mucho tiempo de rebeldía, idolatría y apostasía, Dios en su gracia y en su misericordia, decidió regresar y relacionarse con su pueblo.
 
Es realmente terrible cuando el ser humano vive sin tener, sentir o experimentar la presencia de Dios. Un templo sin la gloria De Dios, es simplemente un edificio con grandes piedras. El mundo y toda la grandeza del universo sin la presencia De Dios, está completamente vacío. Los seres humanos perdimos la presencia y la gloria de Dios cuando debido a nuestro pecado fuimos expulsados del huerto del Edén.
El templo de nuestro corazón durante muchos años ha estado en ruinas y desolado, pero un precioso día a través de la obra y el sacrificio de Cristo, la presencia de Dios vino a morar al interior de nuestro corazón. Aquellos que hemos nacido de nuevo podemos celebrar que la persona del Espíritu Santo está en nosotros. Ahora en este tiempo de la historia de la humanidad, nosotros somos el templo del Dios viviente, su gloria y su presencia nunca más nos abandonará, porque Dios ha prometido estar con nosotros por toda la eternidad.