Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe. Hebreos 12:1 y 2
Como sabéis existen diferentes pruebas en las carreras, una modalidad son los 100 metros lisos y otra por ejemplo es el maratón donde se corren 42 kilómetros. Son muy diferentes una de la otra. En una tienes que darlo absolutamente todo en unos segundos mientras que en la otra tienes que tratar de resistir y administrar bien todas tus fuerzas para llegar al final.
La vida del cristiano es como una maratón, debemos seguir avanzando los intensos kilómetros que este mundo nos presenta. Esto es algo muy importante que debemos tener en mente para no tirar la toalla cuando pensemos que ya no tenemos más fuerzas.
En medio de la agonía y el sufrimiento debemos mirar a otros muchos hermanos y testigos que ya han llegado y nos están esperando en el estadio que es el cielo. Pero sobre todo cuando pensemos que ya no tenemos más fuerzas siempre debemos fijar nuestros ojos en el que nos está esperando en la meta que es Jesús nuestro amado Señor y Salvador.
En esta nuevo día te ánimo y te exhorto a continuar corriendo para la Gloria de Dios. Cuando llegues a la meta que por cierto vas a llegar porque el Espíritu Santo está contigo, el premio que te espera no es una medalla de oro, fama o miles de euros… Lo que recibirás será el abrazo y el beso de tu Padre Eterno. Por todo eso merece la pena continuar corriendo la maratón de la vida.