Isaías 16:1

Isaías 16:1 “Hemos oído de la soberbia de Moab; muy grandes son su orgullo, su arrogancia y su altivez; pero sus mentiras no serán firmes”.
 
La soberbia y el orgullo son pecados muy destructivos. El soberbio y orgulloso es aquél que se siente superior a los demás e incluso piensa que no necesita a nadie. Esta fue la actitud de Lucifer en el cielo y de Adán en la tierra. La soberbia y el orgullo te alejan completamente de Dios. Mientras que el orgulloso se siente seguro y confía en sus fuerzas y capacidades, por el contrario, el humilde se sabe débil y necesitado, por ese motivo busca, llama y clama para que alguien lo socorra.
 
A los habitantes de Moab se les ofreció refugio, pero debido a su gran orgullo prefirieron rechazar la propuesta y no someterse al Señor. El soberbio y orgulloso rechaza la ayuda de Dios porque piensa que él mismo a través de sus fuerzas logrará superar todas las situaciones difíciles que se van presentando a lo largo de la vida. Para que podamos tener paz para con Dios y seamos recibidos como sus hijos lo primero que todo pecador orgulloso debe de hacer es sacar la bandera blanca, rendirse y clamar por misericordia. Por ese motivo los mansos y humildes son considerados como bienaventurados.
 
Los seres humanos somos como los de Moab, nuestro orgullo nos tiene en la ruina espiritual. Por ese motivo muchos rehúsan someterse a la palabra de Dios y reconocer a Jesús como el único y suficiente Señor de sus vidas. Si entiendes que tu corazón es orgulloso clama al único que puede transformarlo para que puedas disfrutar del gozo de la salvación. Pero si ya eres hijo de Dios celebra que ahora tienes un corazón humilde que confía y depende diariamente de la bondad, la misericordia y el amor del Señor.