Isaías 24:4

Isaías 24:4 “Se ha destruido, ha caído la tierra; ha enfermado, ha caído el mundo; han enfermado los altos pueblos de la tierra”.
 
Estamos acostumbrados a ver muchas películas que están relacionadas con el fin del mundo, pero realmente este es un tema sobre el que no solemos hablar en nuestras conversaciones, no pensamos en este acontecimiento e incluso la gran mayoría de las personas ni siquiera creen que esto vaya a suceder. Pero todos deberíamos ser muy conscientes que la destrucción de la tierra es algo real y que cada día falta menos para que eso suceda. Por cierto, el mundo no será destruido por un hombre, un gobierno o una guerra nuclear, el planeta Tierra será destruido por la ira del Dios tres veces Santo.
 
Si esto no ha sucedido aún es por la misericordia tan grande que Dios está teniendo para con la humanidad, pero llegará un día no muy lejano donde todo cuanto existe dejará de ser. Ciudades, paisajes, personas y animales: todo será completamente destruido como sucedió con el diluvio en los días de Noé. Esta reflexión no está escrita para fastidiarte el precioso día que tienes por delante, mi intención tampoco es preocuparte o llenarte de temor, más bien mi deseo es hacerte pensar sobre la realidad de lo que Dios dice y lo que nos advierte a través de su Palabra.
 
Todos aquellos que viven de espaldas a Dios serán destruidos junto con la Tierra debido a la maldad y al pecado que reina en sus corazones, pero la buena noticia que ofrece el evangelio es que este mundo no solo será destruido, sino que también será restaurado. Aquellos que hemos confesado a Jesús como nuestro Señor y Salvador no debemos temer a estos acontecimientos ya que para los que somos hijos de Dios todo esto no será el final sino, por el contrario, será el principio de una gloriosa eternidad. Este mundo será destruido para ser nuevamente construido. La esperanza que tenemos es que habitaremos en una tierra perfecta y maravillosa por los siglos de los siglos junto a nuestro amado Creador.