Isaías 56:8

Isaías 56:8 “Mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos”.
 
Estas palabras que forman parte de la profecía de Isaías fueron pronunciadas por el Señor Jesús el día que entró con furia en el templo de Jerusalén. Aquella mañana el hijo de Dios con gran ira en su corazón y con un látigo en su mano comenzó a echar fuera a todos aquellos que habían convertido la casa de oración en una cueva de ladrones. El templo en el Antiguo Testamento, o la Iglesia en el tiempo en el que nos encontramos, es un lugar muy especial para Dios y para su pueblo. La Iglesia es o debería ser el lugar donde los pecadores y también los creyentes pueden encontrar la gracia de Dios.
 
Jamás debemos de olvidar que cada iglesia local es el lugar más importante que hay en cada ciudad. La congregación de los santos es la familia de Dios en la Tierra. Por ese motivo debemos cuidar y proteger a la amada de Cristo. Son muchos los peligros que enfrenta en la actualidad la iglesia del Señor. Es por eso que debemos orar y trabajar para que en todo momento las iglesias sean lugares santos y espirituales donde la presencia de Dios pueda fluir con libertad.
 
Dios dijo claramente por medio de esta profecía que Él establecería un lugar en el que tendría comunión y relación con su pueblo. Pero además también vemos a través de estas palabras como el Señor nos estaba mostrando que la salvación un día llegaría a ser universal. El privilegio que durante mucho tiempo solo tuvo la nación de Israel ahora en el nuevo pacto se ofrece para todos los pueblos y naciones. Gracias a la muerte y resurrección de Cristo cualquier persona del planeta Tierra, sea cual sea su pueblo, raza o nación puede formar parte del maravilloso pueblo de Dios y disfrutar de cada uno de los beneficios que existen en la iglesia del Señor.