Isaías 64:4

Isaías 64:4 “Señor tu eres nuestro padre; nosotros somos el barro y tú el alfarero. Así que obra de tus manos somos todos nosotros”.
 
El profeta Isaías le recordó al pueblo de Israel como, a pesar de sus rebeliones y pecados, ellos habían sido escogidos. Por ese motivo siempre serían amados por Dios. La Biblia afirma una y otra vez que nuestros corazones sin el Señor están endurecidos y completamente depravados hacia el pecado. Como bien se nos dice en este mismo capítulo, todos somos impuros y nuestras mejores obras son como trapos de inmundicia. Pero en medio de esta terrible realidad Dios, en su gracia, ha decidido amarnos por toda la eternidad.
 
A través de la obra que Cristo ha realizado en la cruz del calvario aquellos que estábamos muertos en nuestros delitos y pecados hemos sido adoptados como hijos de Dios. En medio de una sociedad que esta confundida y tratando de encontrar su identidad en muchos lugares nosotros, los que creemos en Cristo como nuestro Señor y Salvador, podemos levantarnos cada mañana declarando que somos hijos de Dios.
 
La gran mayoría de las personas creen en la teoría del evolucionismo. Muchos piensan que no existe un ser divino que nos haya creado y por lo tanto nuestras vidas están de paso por este mundo hasta que finalmente desaparezcamos y quedemos en el olvido para siempre. Aquellos que viven bajo este pensamiento no tienen ningún propósito más que el de tratar de aprovechar y vivir al máximo el día a día ya que quizás mañana la muerte acabe con absolutamente todo. Pero nosotros, gracias al mensaje del Evangelio, sabemos quién es nuestro Creador, tenemos un padre que nos cuida y nos ama, tenemos una preciosa identidad y lo más importante: vivimos con un propósito que apunta hacia la eternidad gloriosa.